Antiguo Reloj de Bolsillo de oro de 18K. Esmalte y diamantes. Suiza, circa 1850

Este antiguo reloj de bolsillo suizo de oro macizo de 18K, realizado alrededor de 1850, es una pieza excepcional que combina la artesanía más exquisita del periodo con una elegancia atemporal que aún hoy sigue impresionando. Su caja, completamente realizada en oro alto europeo, revela desde el primer instante la calidad del taller que lo produjo. Sobre la superficie, un esmalte negro profundo, de una conservación admirable, sirve de fondo perfecto para los motivos florales en oro y los diamantes en talla antigua que decoran ambos lados de la pieza. Cada pétalo, cada ramillete y cada detalle ornado fueron trazados con un refinamiento propio de los mejores relojeros-artistas de la época. El diseño octogonal inscrito en la forma circular, enmarcado por grecas geométricas y bordes grabados, es característico del gusto suizo de mediados del siglo XIX.

Al abrir el reloj, la belleza continúa. La esfera plateada con guilloché muestra un trabajo de orfebrería minucioso; los relieves dorados en forma de rocallas y roleos destacan sobre la superficie satinada, creando juegos de luz que cambian con cada movimiento de la pieza. La numeración romana negra aporta un equilibrio perfecto, mientras que las agujas azuladas al fuego, añaden un toque de distinción inconfundible.

En el interior de la caja se observan los punzones de oro de la época y el número 30158. El movimiento es, sin duda, uno de los grandes protagonistas. Firmado “Chs. H. Grosclaude & Cie - Fleurier”, pertenece a una estirpe de relojeros suizos reconocidos por su producción de gama alta antes de la era industrial. Los puentes largos, el escape de áncora, la tornillería azulada y la cuidada decoración de la platina revelan la mano de un taller que trabajaba para una clientela exigente y de alto poder adquisitivo. El reloj funciona muy bien y mantiene la hora con notable precisión, un testimonio vivo de su calidad original.

En la decoración en esmalte y diamantes se aprecian dos pequeñas ausencias puntuales de diamantes, visibles en las fotografías, tomadas con un alto nivel de ampliación. Se trata de detalles menores, comprensibles en una pieza que ha superado los 170 años de antigüedad, y que no deslucen el extraordinario impacto visual del conjunto, mucho más armonioso y equilibrado cuando se contempla el reloj en mano. Por otro lado, la llave que se incluye para darle cuerda es moderna y ligeramente más gruesa que las llaves antiguas, por lo que no pasa por los orificios del guardapolvo y es necesario levantarlo para dar cuerda y ponerlo en hora. Este detalle no afecta en absoluto al funcionamiento del reloj. Una llave antigua del calibre adecuado encajaría perfectamente, aunque no se dispone de una en la actualidad. Por lo demás, se trata de un reloj magnífico y notablemente bien conservado.

Esta maravillosa pieza quedará espléndida joya destacada dentro de una colección de alta relojería histórica. Lo cierto es que relojes así no aparecen con frecuencia. Su combinación de oro, esmalte, diamantes y movimiento firmado lo convierte en una oportunidad excepcional. Un reloj así, es apostar por un legado de refinamiento y belleza que trasciende generaciones.

Una pieza capaz de conmover, de emocionar, de convertirse en un regalo inolvidable o en el eslabón perfecto de una colección que se desee elevar a otro nivel.

Medidas: 40 mm. Peso: 55,6 g.

Historia de Grosclaude & Cie

La historia del apellido Grosclaude está estrechamente ligada al desarrollo de la alta relojería en la región de Neuchâtel, uno de los epicentros históricos de la producción relojera suiza. Desde finales del siglo XVIII y durante gran parte del siglo XIX, distintos miembros de la familia trabajaron como maestros relojeros en Neuchâtel, La Chaux-de-Fonds y Fleurier, tres localidades que se convirtieron en núcleos primordiales de innovación y excelencia técnica. Las firmas Grosclaude, tanto individuales como bajo la denominación Grosclaude & Cie, aparecen documentadas en relojes de gama alta destinados a la exportación, especialmente hacia Francia, Rusia y mercados orientales, donde existía una demanda creciente de piezas lujosas con decoración en esmalte y diamantes.

El taller de Grosclaude se especializó en movimientos finos, caracterizados por puentes estilizados, tornillería azulada, acabados pulidos con esmero y escapes de gran precisión. Muchos de estos relojes se montaban posteriormente en cajas manufacturadas por artesanos especializados en oro y esmalte, lo que dio lugar a piezas tan elaboradas como la que nos ocupa. Durante el periodo comprendido entre 1840 y 1860, Fleurier vivió una auténtica época dorada, produciendo relojes que combinaban precisión mecánica y un refinamiento estético excepcional; fue precisamente en esos años cuando la firma Grosclaude & Cie firmó algunos de sus movimientos más logrados.

La pieza aquí descrita encaja plenamente en ese contexto histórico: la firma en cursiva, la estructura del movimiento y la ornamentación exterior coinciden con las obras realizadas alrededor de 1850, momento en el que la relojería artesanal suiza alcanzó uno de sus puntos culminantes antes de la llegada de la producción industrial. Dar un nuevo hogar a este reloj es, en cierto modo, preservar una parte significativa de la historia relojera europea y continuar un legado de precisión, arte y belleza.